Y después de esta noche, ¿qué?
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Queridos amigos de la Sagrada Familia de Urgell, Familia Janeriana:
Feliz Pascual de Resurrección. Nos alegramos con toda la Iglesia. Y con todos los humildes y heridos del mundo, predilectos de Jesús. Sí, esta Noche estamos de celebración; pero, y después de esta Noche, ¿qué?
Qué alegría… ¡Y qué cruce de sentimientos! La culminación de la Buena Noticia se cruza con la noticia de este 2020: el miedo y la enfermedad, el dolor y el aislamiento, la soledad. Entonces, ¿qué?
Tenemos a nuestro favor que somos herederos de una tradición esperanzada. Y hoy es la Noche de La Luz, de la Vida, de la Esperanza por excelencia. La Pasión y la Resurrección de Jesús nos han convertido en seguidores adultos de su mensaje y de su propuesta de vida. Esa adultez nos aleja de la creencia en un dios que se emplea en castigos divinos en forma de plagas; y también de falsas e ingenuas seguridades que nieguen el dolor o la muerte.
“La esperanza no es la certeza de que algo saldrá bien, sino de que algo tiene sentido”. Esta Noche nos conmueve y anima a la certeza de que la vida es la última palabra pronunciada por Dios para todos nosotros. "La esperanza es la virtud del hombre que camina" y nosotros, como familia janeriana, seguimos despiertos y en marcha. Levantamos la mirada y, lo primero que comprobamos es que, pese a lo avanzado de esta Noche, vemos perfectamente. Todo está iluminado: alguien encendió la lámpara. Y alguien se ha preocupado de que no se apague. Esta lámpara encendida nos amanece de noche. La lámpara de Ana María tiene hoy forma de cirio pascual.
Y después de esta noche, ¿qué? Después de esta noche, como antes, pero con más certeza si cabe, custodiemos los abrazos que no estamos dando, las miradas que aún no estamos cruzando; inventemos las mil y una maneras de acompañarnos en el confinamiento; ahorremos fuerzas, empezando por las que se nos irían en juzgar y condenar; despilfarrémoslas, sin embargo, en preñar este momento de esperanza en que todo tiene sentido, en que no estamos solos, que la Vida es la última palabra; escuchemos con atención la sinfonía silenciosa que se levanta detrás del mismo silencio; expongamos con naturalidad nuestras fortalezas y fragilidades, esas que nos hacen tan queridos y valiosos a los ojos de Dios; prioricemos al más débil, al más pequeño; saboreemos la certeza de saber que el aquí y el ahora están habitados por el Misterio, y su presencia hace de cada instante completo, perfecto, eterno. Y cuidemos de mantener encendida la lámpara.
Querida familia, Feliz Pascua. Que en ella abunden para ti la Esperanza y La Luz.
Equipo de Apoyo a la Titularidad